jueves, 30 de octubre de 2008

"Go as you please"


Yohann Diniz llegó a los Europeos de Goteborg de 2006 siendo casi un desconocido y con una decisión tomada: si le volvían a descalificar, lo mandaba todo a hacer puñetas. Pero no solo no le descalificaron, sino que se proclamó campeón de Europa de los 50km. En esta foto, de 2007, aparece batiendo el récord de Francia de los 5.000 m con 18:35:57. Este año ha sido incluso capaz de mejorarlo. Desde el Europeo de Goteborg no han vuelto a descalificarle nunca.

miércoles, 29 de octubre de 2008

Cualquier tiempo pasado...

Ya lo he contado: hubo un tiempo en que las pruebas de marcha eran un acontecimiento mundial. Aquello duró escasamente una década, pero hizo de la marcha un deporte popular y de los marchadores hombres ricos. (Ojo, ricos gracias al dinero generado directamente por sus actuaciones, no por la acumulación de becas, subvenciones o demás incentivos otorgados por las instituciones políticas y que provienen de los bolsillos de todos.)
Vía King of the peds traigo aquí el cartel del mano a mano que tuvo lugar en Londres en abril de 1877 entre Daniel O´Leary y Edward Payson Weston y que resume muy bien aquella época. Los protagonistas son presentados con su imagen y con su nombre escrito en grandes caracteres, como los boxeadores de hoy. Debajo, el premio a ganar: 1.000 libras esterlinas, "la mayor cantidad de dinero por la que se ha caminado jamás en el mundo". El cartel informa asimismo de que dos bandas militares estarían encargadas de amenizar las jornadas. Y del precio de la entrada: un chelín. Treinta y cinco mil personas estaban presentes en el Agricultural Hall cuando la prueba terminó.

martes, 28 de octubre de 2008

Otro que habla claro

Alain Moulinet, antiguo campeón de Francia de los 100km, publicó en 2005 este artículo en la web del club ASPTT de Toulouse abogando por un cambio drástico en la marcha, tanto en lo que hace referencia al reglamento como a las distancias de competición. Curiosamente, Alain es el padre de Bertrand Moulinet, internacional con el equipo de Francia en los 20km de la Copa del Mundo de Cheboksari. Extracto las partes esenciales del artículo. (La traducción completa, aquí.)


La marcha atlética corre hacia su perdición
Por ALAIN MOULINET
Campeón de Francia de 100km marcha 1977 (9h27'35) y 1978 (9h27'02) y poseedor de la mejor marca francesa

Como es bien sabido, no hay más ciego que el que no quiere ver.
En las retransmisiones televisadas de las pruebas de marcha de los últimos campeonatos del mundo de Helsinki, los comentarios de los periodistas han puesto involuntariamente en evidencia lo absurdo del reglamento actual de la marcha. Para justificar el hecho de que, ralentizando las imágenes, se ve al vencedor de los 20km en suspensión, se sice que "esta ausencia de contacto con el suelo no era visible a simple vista por los jueces, por lo que su marcha es totalmente legal". Dicho de otra manera: "no se ve, no existe". Con este mismo razonamiento, ¿por qué no justificar también a un campeón del mundo de maratón que tomara el metro en una parte del recorrido sin ser visto por nadie...?

¿Serán los jueces de marcha los últimos indios en comunicarse con señales de humo? Enpecinarse en el error de mantener un reglamento tan anacrónico no es prestarle u servicio a la marcha. La dificultad de juzgar la legalidad de las pruebas de marcha ha sido siempre el argumento principal de sus detractores.

(...)

Además de ser apasionado, hay que ser realista. La regla del "no se ve, no existe" es muy débil, y no es persistiendo en este camino como la marcha aumentara su popularidad, ya muy baja (dicho sea eufemísicamente).

Para devolver a la marcha sus títulos de nobleza, hace falta volver a lo esencial: "la marcha es una progresión paso a paso de tal manera que existe contacto ininterrumpido con el suelo".

Un solo principio simple y comprensible para todo el mundo, y para aplicarlo, dos reglas incontrovertidas:
- antes de toda sanción, los juees deben asegurarse por la ayuda del vídeo.
- las distancias de las competiciones deben ser adaptadas al gesto de la marcha.

(...)

El principio de la pierna recta es demasiado subjetivo para ser juzgado y no siempre es apropiado. La piena recta no es más que una necesidad técnica para la "marcha de velocidad", y esta tensión puede variar en función de las morfologías y de los estilos de marcha.
En este punto del reglamento está el origen de decisiones absurdas. Hoy no se sanciona la marcha en suspensión con la pierna recta, pero en contraposición se descalifica a un marchador que exhibe un estilo natural, es decir, atacando el suelo con la pierna ligeramente flexionada pero con un contacto permanente indiscutible.

Esta situación es muy dañina para la credibilidad de las pruebas de marcha y tiene como única causa las pruebas sobre distancias demasiado cortas, que permiten velocidades incompatibles con el gesto de la marcha.

En una entrevista con la revista «Sport & Vie» de marzo-abril 2005, el múltiple campeón del mundo y olímpico Robert Korzenioski reconocía que es muy difícil conservar el contacto con el suelo a partir de los 14,500 km/h. (4:08 el km). Explicó, además, que test realizados sobre tapiz rodante han demostrado la imposibilidad de mantener el contacto con el suelo, aunque sea un breve instante, a más de 16km/h (3:45 el km). Y sobre el tapiz rodante,el esfuerzo por alcanzar esta velocidad es mucho menor que en la realidad, dada la ausencia de impulsión a realizar.

Los kinogramas realizados en los 20km de los campeonatos de Europa de Roma de 1974 (foto) de dos iconos de la marcha de los años 70, el ruso Golubnichi, primero con 1h29'30 y el alemán Kannenberg, segundo con 1h29'38, muestran bien claramente la dificultad de mantener contacto con el suelo, y la velocidad media no era más que de 13,400km/hora (4:28 el km).

Por tanto, no es posible hoy conseguir un título en 20km sin "correr con las piernas rectas" y sobre un 50 no se está ya muy lejos (cerca de 14km/h de media).

(...)

Como reacción a las imágnes televisadas en 1968 de la llegada de los 20km marcha de los JJOO de México, donde el mejicano Pedraza se lanzó a "morir" sobre el ruso Golubnichi y se llevó una medalla de plata con un estilo poco ortodoxo, el más infatigable de los apóstoles de la marcha, Emile Anthoine, como una última voluntad testamentaria, escribió en el anuario "Marcha 69" poco antes de su muerte: "la marcha de velocidad es un sin sentido, y es urgente suprimir la prueba de 20km y reemplazarla por un 100km".

Hoy, la mejor marca mundial sobre 100km está en posesión del bielorruso Viktor Ginko con 8h36', lo que representa una media de 11.627 km/h (5:10 el km). No hay duda de que si toda la élite mundial de la marcha se especializase sobre esta distancia, la mejor marca se aproximaría rápidamente a las 8 horas, pero la media horaria (12.500km/h; 4:48 el km) seguiría estando dentro de esa incuestionable frontera "marcha-carrera" de los 14km/h (7h09' en 100km).

La oficialización de esta única distancia para todos los grandes campeonatos facilitaría el reconocimiento de la marcha por el gran público. La lógica seria respetada en el sentido de que la distancia recorrida por los marchadores sería superior a la del maratón de los corredores. El juzgamiento se vería también facilitado, dado que la suspensión es una falta técnica muy visible a una velocidad inferior a 12km/h (5:00 el km), y, en caso de duda, la prueba sería lo suficientemente larga para asegurarse mediante el uso del vídeo.

El éxito de una actividad deportiva reposa esencialmente en el ejemplo dado por su élite. Los 100km marcha en los JJOO permitirían exprimir toda la quintaesencia de la marcha y suscitar vocaciones.

Para concluir, estos no son sino vías de reflexión para un debate constructivo que es siempre el origen del progreso. De todas formas, una sola cosa es cierta, la marcha atlética no se puede dispensar a sí misma de reformas salvadoras, dado que continuar con la política del avestruz es dejarla correr hacia su perdición.

domingo, 26 de octubre de 2008

Buscando a John Dowling desesperadamente

Me pongo a investigar. Ya he escrito anteriormente que la mejor marca mundial de los 6 días de marcha corresponde a George Littlewood con 855,180 km desde nada más y nada menos que 1882. Ivo Majetic, marchador y matemático checo, señalaba en una web ya extinta la existencia de un record moderno en poder del irlandés John Dowling, con 741,212 km (Nottingham, 1983). No encuentro ninguna otra referencia a esa marca en parte alguna, excepto en los rankings británicos de GBR Athletics, donde la incluyen como conseguida en una prueba de carrera (y en una nota a pie de página, al ser Dowling de nacionalidad irlandesa aunque residiese en Gran Bretaña). Finalmente decido acudir a quién más sabe de esto: el estadístico Andy Milroy, de quien reproduje hace unos días un artículo sobre los Seis Días. Me acaba de contestar:
Hi Mr Mora,
I have the result sheets for that performance - John Dowling was an Eire citizen, and a well known race walker.
I have his daily splits and his 100km splits from that race.
To the best of my knowledge, it is the best modern walking performance over 6 days, with George Littlewood setting the best absolute WALKING mark of 855.180km at Sheffield, ENG on 6-11 March 1880.
As you know, Edward Payson Weston's walking action was thought to be doubtful. His hips were wide and his legs well separated - so his walking action was said to be more of a wobble than a fair heel and toe. This is why 6 Day races became go as you please - a mixture of running and walking.
The problem with verifying walking performances is that ideally a walking judge should be present the whole time. In Britain the Race Walking Association refuse to recognise race walking performances set in mixed races - with both runners and walkers.
Hope this is helpful.
Best,
Andy
En definitiva, y dejando a un lado exigencias burocráticas, que entre deportistas hechos y derechos a estas alturas resultan excesivas, la marca de Dowling existe y se puede reconocer como récord moderno de los Seis Días de marcha. Fue conseguida en pista, en Nottingham, entre el 31 de julio y el 6 de agosto de 1983.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Palabra de corredor

El otro día me pidieron un artículo para una revistita. No trata de marcha, pero tampoco puede decirse que no guarde alguna relación, así que lo traigo aquí también.

Nunca le vi correr -si exceptuamos los escasos diez segundos que aparece en la película oficial del maratón de los Juegos Olímpicos de Montreal-, pero Jack Foster fue siempre mi corredor favorito.

Llegó al atletismo muy tarde, cumplida ya la treintena, después de haber practicado el ciclismo en su juventud. A los 40 años se clasificó octavo en el maratón olímpico de Múnich y un año después ganó la medalla de plata de los Juegos de la Commonwealth, en Christchurch, estableciendo un nuevo récord mundial de la categoría de veteranos: 2:11:18. En esa película de los Juegos de 1976 puede vérsele, vestido con el uniforme negro de Nueva Zelanda, encabezando el grupo nada más dejar el estadio, corriendo codo con codo con quien luego ganaría la carrera, el alemán Waldemar Cierpinski (más conocido como “Expediente 62” en los archivos secretos de la STASI relativos al programa estatal de dopaje de la antigua RDA). A sus 44 años, Foster terminó decimoséptimo. Pero no es por ello por lo que siempre le admiré. No es por lo que hizo, sino por lo que dijo.

Fue el día en que un periodista quiso que le contara qué plan de entrenamiento seguía para ser, a sus cuarenta y tantos tacos de almanaque, uno de los mejores corredores del mundo. Otro cualquiera en su lugar habría aprovechado la oportunidad (“Me alegro de que me hagas esta pregunta, Bill.”) para dejar caer alguna grandilocuente ocurrencia con la que intentar pasar a las antologías deportivas. Los libros dedicados al atletismo y el correr ofrecen un completo compendio de sentencias disparatadas que parecen inspiradas en los diálogos del manga japonés, cuando no directamente fusiladas de las obras completas de Paulo Coelho. Si aceptáramos que de verdad se creían las solemnes capulladas que llegaron a decir sobre sí mismos y sobre su deporte nos encontraríamos con que entre los grandes personajes que han hecho historia dentro del atletismo había masoquistas de la talla de Henri Rono, (“No entreno para asumir el dolor; entreno para quebrar el dolor.”); fanáticos como Herb Elliot (“Las únicas tácticas que admiro son las de hacerlo o morir.”); metafísicos como Emil Zatopek (“Somos diferentes, en esencia, de los demás hombres."); hipocondríacos como Gelindo Bordin (“Hay veces que pienso: hoy puedo morir.”), perdonavidas con el palmarés de Steve Prefontaine (“La mayoría de la gente corre para ver quién es el más rápido; yo corro para ver quién tiene más redaños.”) y hasta algún que otro autómata antropomorfo como Patti Sue Plummer (“Entrenar es como cepillarse los dientes. No pienso en ello. Simplemente lo hago”). Incluso un tipo de la personalidad de Frank Shorter (el hombre que llegó detrás del “Expediente 62” en el maratón olímpico de Montreal) fue capaz de soltar en su día la siguiente patochada sin ni siquiera enarcar una ceja: "Tienes que olvidarte de tu último maratón antes de intentarlo con otro. Tu mente no debe saber lo que te espera”.

Jack Foster era un hombre que hablaba poco. Su padre murió cuando él tenía siete años, a los catorce abandonó la escuela y estuvo trabajando en una fábrica de Liverpool hasta que a los veinticuatro emigró a Nueva Zelanda. Ante el periodista que le interrogaba sobre su forma de prepararse, aquel día se encogió de hombros y sin histrionismos ni afectaciones resumió su personal concepción del deporte, el entrenamiento, la competición y la vida con solo unas sencillas palabras: “¿Entrenar? Yo no entreno nunca. Simplemente, corro todos los días”.

domingo, 19 de octubre de 2008

El origen de los Seis Días

La web Planet Ultramarathon ha recuperado un artículo ya antiguo del historiador y estadístico Andy Milroy sobre la historia de las carreras de seis días. Le echo un vistazo mientras desayuno. Salgo a hacer 15 kilómetros a 5:50 en el Maratón Tui y al volver me tomo el trabajo de traducir someramente la parte inicial, que hace referencia a los orígenes de la prueba. (El resto ya lo he contado yo mismo.)
La historia de las carreras de seis días
Por Andy Milroy

Aunque las clásicas carreras de seis días se desarrollaron a partir de 1870, la prueba tiene una historia mucho más larga. Cien años atrás el primer gran caminante o atleta profesional de larga distancia británico Foster Powell se había hecho famoso al llevar a cabo la hazaña de caminar de Londres a York y vuelta, aproximadamente 396 millas/637km en menos de seis días. A lo largo de su vida repitió varias veces esta hazaña y fue imitado por caminantes posteriores.

Uno de ellos, Thomas Savager, anduvo 404 millas entre Hereford y Ludlow, vía Leominster, en 1789, y se cuenta que en octubre de 1811 otro marchador llamado Rimmington según se dice anduvo 480 millas/772km en seis días en Holt in Dorset. En 1824 el andarín MacGowal apostó que podía caminar 400 millas en 5 días y 12 horas. Este desafío era probablemente una respuesta a John Phipps Townsend que dos años antes había batido el récord de Foster Powell necesitando solamente 5 días 14 horas y 50 minutos para ir de Londres a York y volver.

Así, a mediados del siglo diecinueve la prueba de los seis días ya era reconocida, y la posibilidad de llegar a cubrir 500 millas en ese tiempo era considerada y debatida. Sin embargo para lograr extender el interés y hacer de la organización de una prueba de seis días un éxito comercial era necesario tener un importante talento para el espectáculo. Un marchador americano, Edward Payson Weston, era el hombre con ese talento.

En 1861 Weston decidió caminar de Boston a Washington para asistir la toma de posesión de Abraham Lincoln. Viéndose retrasado a causa de una nevada, Weston llegó tarde, después de realizar un promedio de 51 millas por día a lo largo de 453 millas.

La carrera profesional de Weston empezó en 1867 cuando, por una apuesta de 10,000 dólares, completó una marcha de Portland, Maine, a Chicago, aproximadamente 1,326 millas, en 25 días, absteniéndose de caminar los domingos. El año siguiente anduvo 100 millas en 22:19:10 en White Plains, Nueva York, en lo que fue considerado un récord mundial. (En realidad, una marca mejor había sido ya realizada aproximadamente ochenta años antes.)

A principios de los años 1870, Weston llevo a cabo una serie de publicitadas marchas contrarreloj. Entre ellas, consiguió cubrir 400 millas en cinco días. Más tarde, en 1874 realizó una serie de tentativas para lograr la que estaba considerada como la hazaña imposible: caminar 500 millas en seis días, (el período máximo aceptado de actividad ininterrumpida entre domingos victorianos). En agosto de 1874, otro marchador americano llamado Avery intentó dicha hazaña y al fracasar declaró que ningún hombre vivo podría recorrer jamás esa distancia dentro de ese tiempo. Sin embargo, entre el 14 y el 19 de diciembre de 1874, en uno de los hitos principales de la historia "ultra", Edward Payson Weston finalmente logró cubrir aquella distancia.


sábado, 18 de octubre de 2008

Viladecans'87


Alberto Pallarés acaba de subir a su blog esta foto correspondiente al Campeonato de España de Marcha que se disputó en Viladecans en 1987. El marchador que aparece en primer término es él, claro, que participó en la prueba junior sobre 10km. Atrás estamos Josep Vinuesa y yo en pleno 50. Josep salió a hacer tan solo 20km y al pasar por ellos se retiró y me dejó solo, y así seguí hasta terminar séptimo (sexto español) con 4:17:31 (lo que entonces era la undécima marca del ranking nacional de todos los tiempos, aunque siempre me quedarán dudas sobre la exactitud de la medición). Más de veinte años después, resulta que esta es la única foto que tengo de ese campeonato.
Resultados 50km Viladecans 1987
1.- Manuel Alcalde, 3.50:48; 2. - Andrés Marín, 3.54:29; 3.- Antonio González ,4.02:17; 4.- Teodoro Alonso, 4.05:50; 5.- Samuel Ginés, 4.09:12; 6.- François Charcellay (FRA), 4.12:42; 7.- Bernardo José Mora, 4:17:31; 8.- Cesar Lasa, 4.22:19; 9. - Luis Colado, 4.32:43; 10. Eduard Portella, 4.33:40; 11.- Jean Pierre Vernier (FRA), 4.36:43

miércoles, 15 de octubre de 2008

Con cuchara y salchicha


A raiz de la controversia suscitada en los comentarios de la entrada correspondiente al Campeonato Mundial de 1877 sobre qué coño llevaba Dan O'Leary en las manos mientras marchaba, reproduzco aquí, vía Heel and Toe, esta historieta cómica del dibujante australiano Michael Leunig publicada a principios de los noventa. En ella podemos descubrir cómo se le atribuye a Mrs Gladys Power la invención, en 1952, del Power Walking (otro nombre que se le da a la marcha). Según Leunig, la señora Power, avisada por una vecina de que su marido estaba una vez más empinando el codo con los amigotes en el bar, salió rápidamente en su busca caminando a toda leche calle arriba, dejando la cena a medio hacer, con el delantal todavía puesto y llevando en una mano una enorme cuchara y en la otra una salchicha. El marido, por fortuna, escapó a tiempo del bar.
Hacer clic en la imagen para verla más grande.

martes, 14 de octubre de 2008

Un campeonato del mundo de 1879

Sigo recopilando información sobre las pruebas de marcha de seis días gracias al archivo on line del New York Times. Esto es lo que he encontrado sobre el campeonato mundial de marcha que se celebró en 1879. (Por cierto, también entreno: hoy un dique en 43:47).

Cuando las pruebas de marcha de seis días habían sido ya rebasadas en popularidad por las de carrera (o, mejor dicho, as you please, porque a partir del segundo día allí caminaba todo cristo y solo se corría a breves trechos), en mayo de 1879, en el Gilmore's Garden de Nueva York, se disputó lo que los organizadores dieron en llamar Six Day World Championship. Para diferenciarlo del Astley Belt que, a modo de campeonato mundial go as you please, se había disputado allí mismo dos meses atrás, se estableció que las reglas de esta competición serían las propias de las antiguas heel and toe: "no running is to be allowed". La prueba era, pues, de marcha.

El reglamento establecía que los participantes debían pagar 100 dólares a la hora de inscribirse. Si superaban las 425 millas esos 100 dólares les serían devueltos. Y se les entregarían 50 más si superaban las 450. Independientemente de esto, el ganador recibiría un premio de 1.000 dólares, el segundo 750, el tercero 500 y el cuarto 250. Asimismo, el ganador recibiría un cinturón que le reconocería como campeón y que, según los organizadores, estaba valorado en otros 1.000 dólares.

Los inscritos fueron: 1.- Fred Krohne; 2.- A.J. Byrne (Buffalo, NY); 3.- George Guyon (CAN - Chicago IL); 4.- John P. Colston (SWE - Hoboken); 5.- Caleb Washigton (Wilkesbarre, PEN); 6.- Thomas Noden (Brooklyn, NY); 7.- Peter Napoleón Campana (Bridgeport, CON); 8.- T.K. Stark (CONN); 9-. John Cotton (Londres, GBR); 10.- J. Rand Kent (BEL); 11.- Joseph Gibbs (Toronto, CAN); 12.- C.F.Forrester (Londres, GBR); 13.- W.H. Davis (Chicago, IL); 14.- Charles Faber (Newark, NY); 15.- Fred Uran; 16.- B. Curran (Chicago, IL). Gibbs y Noden no fueron finalmente de la partida.

A cada uno de los participantes se le acondicionó una especie de reservado en una zona del recinto libre de los humos provenientes de los cigarros de los espectadores. En cada reservado , que estaba separado del contiguo por unas gruesas lonas, se ubicó una cama y los enseres necesarios para la higiene. El avituallamiento de los marchadores corría de su propia cuenta.

El juez principal (referee) de la competición era William B. Curtis. Los restantes jueces eran miembros del Harlem Athletic Club. La salida se dio a las 00:05 horas del 5 de mayo ante 1.500 espectadores.

El vencedor fue el canadiense residente en Chicago George Guyon con 772,89 kilómetros. El segundo fue Frederik Krohne -que solo el mes anterior había participado en otra prueba de seis días en la modalidad de go as you please-, con 742 kilómetros.

Clasificaciones parciales:

A las 24 horas: Guyon 105 millas; Faber 100; Byrne 95; Washington 93,5; Krohne 91; Campana 86; Colston 82; Curran 80; Urann 78; Kent 75; Forrester 67,5; Davis 60. Retirados: Cotton (60) y Stark (52).
A las 48 horas: Guyon 187 millas; Faber 178; Krohne 172; Campana 165; Washington 161; Curran 159; Colston 150; Kent 142; Forrester 118; Davis 102. Retirados: Byrne (104) y Urann.
A las 72 horas: Guyon 267 millas; Krohne 254; Faber 250; Campana 236; Colston 226; Curran 224; Washington 213; Kent 211; Davis 152
A las 96 horas: Guyon 345 millas; Krohne 335; Faber 314; Colston 300; Curran 296; Campana 292; Davis 188
(No existe constancia en la hemeroteca de los resultados parciales tras 120 horas.)
Resultados finales:

1.- George Guyon (CAN - Chicago), 480 millas y 1/4 (772,89km)
2.- Frederick Krohne, 461 millas (742km)
3.- John P. Colston (SWE - Hoboken)
4.- Charles Faber (Newark)
5.- Ben Curran (Nueva York), 438 millas
6.- Peter Napoleón Campana
7- W.H. Davis, 225 millas (retirado tras el quinto día)

domingo, 12 de octubre de 2008

World championship (1877)


No me resisto a traer aquí, vía ""King of the peds", este grabado publicado el 14 de abril de 1877 en el semanario "The Graphic". Reproduce un instante del "6 day walking match" por el campeonato del mundo que disputaron a principios de ese mismo mes de abril de 1877 en Londres Dan O'Leary (en primer término, llevando en las manos, como era habitual en él, unas mazorcas de maíz ) y Edward Payson Weston. El vencedor fue O'Leary con un total de 836,4km (casi 520 millas), por 820,7 (510) de Weston. Esta prueba supuso el inicio del fin de las competiciones de marcha sobre seis días, ya que a partir de ese momento degeneraron en pruebas de estilo libre.

martes, 7 de octubre de 2008

Un parto

La prueba de las 880 yardas marcha es lo más cercano que un hombre puede estar de experimentar los dolores del parto.
Avery Brundage, presidente del Comité Olímpico Internacional (1952-1972)

Avery Brundage (1888-1975) compitió con el equipo de los Estados Unidos en los Juegos Olímpicos de Estocolmo de 1912 en las pruebas de pentatlón y decatlón, terminando 6º y 16º respectivamente. También ganó el título norteamericano de "All around" (una modalidad de pruebas combinadas que incluía una carrera de 880 yardas marcha) en 1914, 1916 y 1918.

lunes, 6 de octubre de 2008

Marchando por el dique de nuevo

La mayor parte de los noventa y tantos mil kilómetros que llevo los he hecho yendo y viniendo del dique del Oeste. Salir desde abajo mismo de mi casa, llegar a la punta donde esta el faro y dar vuelta atrás eran casi nueve kilómetros, y hacer un dique fue durante muchos años el entrenamiento clásico de esos días en los que no tenía ganas de hacer nada. En alguno de mis cuadernos tengo apuntados mis mejores marcas (creo que mis cien mejores o incluso más).
Hará tres años o así lo cerraron al público, vete a saber por qué, y ese hacer un dique se quedó en cinco kilómetros justos (dos y medio por el Paseo Marítimo hasta la verja y regreso), con el consiguiente menoscabo en mi recuento anual. Hace unos meses espezaron las obras para acondicionar como paseo la parte exterior, sobre el rompeolas, de la primera alineación. Hoy lo he estrenado. Solo son 1.600 metros más, ida y vuelta incluidas, y de adoquín, pero algo es algo. Para la historia queda mi primer récord: 42:17.

jueves, 2 de octubre de 2008

Yo la di primero

En uno de sus comentarios en el blog, Bernabé Rodríguez, recordman mundial de las 24 horas de Nordic Walking, ha dejado escrito que entre sus próximos objetivos está el de dar la vuelta a Mallorca. Que conste que eso, aunque sin bastones, lo hice yo primero. Fue en mayo de 2004. Esta es la crónica que escribí entonces para Ultrawalking.

Día 1 - 110 km
5.55 h. Km 0 Salgo de casa. Cargo con una pequeña mochila que pesa en torno a tres kilos y en la que llevo un saco de dormir, unas cuantas camisetas, útiles de primera necesidad, dos bocadillos de jamón para hoy, unas cuantas raciones de emergencia para los próximos días (latas de paté y barritas energéticas con sabor a coco) y dinero (poco). Voy a dar la vuelta a Mallorca, no sé si ya lo había dicho.

7:30 h. Km 11. Palmanova. El día ha amanecido nublado y triste. Al menos no hace calor. Marcho a un ritmo cercano a los 8 minutos por kilómetro.

10:00 h. Km 30. Paguera. Atravieso el bulevar sorteando turistas. Me como el primer bocadillo sin detenerme más que lo justo para sacarlo de la mochila.

11.00 h. Km 37. Puerto de Andratx. Mapa en mano, tengo que preguntarle a un conductor de autobús por dónde diablos se va a S’Arracó.

11:30 h. Km 41. Me encuentro un billete de veinte euros en la cuneta.

12:15 h. Km 45. Andratx. Me detengo en un bar para descansar unos minutos y tomarme un café con leche. La leche caliente, por favor. Mientras espero a que se enfríe echo una ojeada a un periódico y me entretengo mirando la tele. Salen una tonadillera y su novio actual. No consigo oír lo que dicen.

12:30 h. Km 45. Reanudo la marcha por la carretera C-710, que a lo largo de 111 km cruza la Sierra de Tramontana de un extremo al otro. Me acomodo marchando a un ritmo aproximado de 7,3 km por hora. O sea, a más de 8 minutos por km.

15:50 h. Km 72. Banyalbufar. Me como el segundo bocadillo.

16:50 h. Km 79. Tras cosa de media hora de ascensión alcanzo el alto de Claret, 562 metros sobre el nivel del mar que a mí me han parecido lo menos 5.000. Al iniciar el descenso un tipo se ofrece a llevarme en su coche. Le digo que no, claro (es un 4L).

20.35 h. Km 106. Sóller. Llevo algo más de ocho horas marchando sin parar, así que ahora mismo lo hago en un bar y pido un café con leche y un bollo con chocolate. Lo engullo todo en la barra, sin ni siquiera sentarme. Un señor se me queda mirando.
-Hay hambre, ¿eh?
-No me haga usted hablar.

20:50 h. Km. 106. Salgo del bar. Empieza a oscurecer. Inicio las primeras rampas del collado de Puig Major. Son catorce km en total pero deberé pararme antes de llegar arriba para pasar la noche.

21:30 h. Km 110. Oscurece del todo y tengo que detenerme sin remedio. Extiendo el saco de dormir en una elevación del terreno junto a la carretera. Me cambio de camiseta y me lavo los dientes. Buenas noches.

Día 2 - 98 km (Total: 208)

5:15 h. Km 110. Suena el despertador. Venga, cinco minutos más.

5:25 h. Km 110. Desayuno una barrita energética sin salir del saco.

5:40 h Km 110. Me pongo de nuevo en marcha. Estoy molido. Marcho cuesta arriba a un ritmo superior a los diez minutos por kilómetro y me cuesta horrores. Me quedan 10 km de subida y luego 40 más hasta el primer pueblo. Y además llovizna.

7:20 h Km 120. Alcanzo el collado de Puig Major. Altitud 900-1.000 metros (calculados a ojo porque no viene en el mapa, menuda estafa; menos mal que era gratis). Atravieso el túnel que une las dos caras de la montaña. Ya no llovizna, pero el cielo continúa cubierto de nubes. Inicio el descenso. Durante los primeros dos kilómetros siento más dolor que alivio.

8.30 h Km. 128. Tras dejar atrás los embalses de Cúber y Gorg Blau atravieso el segundo túnel, no sin cierta aprensión. Cuesta abajo recupero un tanto el ritmo, pero estoy hambriento y voy muy justo de fuerzas. Decido hacer un extra y me como una segunda barrita. Si mal no recuerdo, dentro de un par de kilómetros, a la altura del torrente de Pareis, hay un bar donde igual podré desayunar como Dios manda.

9:00 h. Km 131. Mierda, está cerrado.

10:10 h. Km. 138. Coll de Sa Batalla, 579 metros. Me paro por fin en el bar que hay junto a la gasolinera .este sí está abierto- y pido un café con leche y una ensaimada. Tres euros, vaya robo.

10:25 h. Km 138 Salgo. Se abre el cielo y aparece el sol.

13:15 h. Km. 158. Pollensa. Se pone a llover con fuerza. No me pongo el chubasquero porque no lo llevo. No me cabía en la mochila.

14:15 h. Km 164. De nuevo a nivel del mar. Sigue lloviendo, ahora ya muy débilmente. Me detengo en un supermercado para comprar una barra de pan. Tengo que esperar a que termine de cocerse y la saquen del horno. Al salir me hago un enorme bocadillo de paté y me como la mitad sin dejar de marchar. La otra mitad la guardo en la mochila.

14:30 h. Km 165. Deja de llover.

14:40 h. Km 166. Vuelve a llover.

14:50 h. Km 167. Deja de llover.

15.00 h. Km. 168. Vuelve a llover.

15:25 h. Km 171. Alcudia. Deja de llover definitivamente.

16:00 h. Km 174. Puerto de Alcudia. Me paro en un Burger King y acabo pidiendo un café con leche.
-El café es americano.
-Como si me dices que es malayo.

16:10 h. Km. 174. Salgo del Burger y me encuentro un billete de diez euros en la acera.

17:00 h. Km. 180. Paso junto al parque natural de La Albufera, que se extiende a un lado de la C-712.

17:30 h. Km 183. Can Picafort. O casi, porque Can Picafort está junto al mar y la carretera solo lo pilla de refilón. A partir de aquí, veintitantos kilómetros sin volver a atravesar ningún núcleo habitado.

18:00 Km. 187. Me como la segunda mitad del bocadillo a un ritmo de siete kilómetro por hora.

21:05 h. Km. 206. Artá. Entro en un bar a tomarme un café con leche y pido además una ensaimada. Pago sin mirar el cambio.

21:20 h. Km. 207. Artá. Gol del Oporto al Mónaco en la final de la Liga de Campeones (lo he visto a través de los cristales de un bar).

21:35 h. Km. 208. Anochece y se hace imposible continuar marchando con un mínimo de seguridad. En el km 6 de la carretera C-715 me detengo. Extiendo el saco de dormir al otro lado de la cuneta, me cambio de camiseta y me lavo los dientes. Buenas noches.

Día 3 – 94 km (Total: 302)

5.40 h Km 208. Inicio mi caminata a oscuras. Menudo frío hace hoy. Me pongo una triple capa de camisetas.

6:30 h. Km 213. Capdepera. El día se presenta soleado.

8:10 h. Km 223. Son Servera. Qué calor. Me quito una de las camisetas y la tiro. A la entrada del pueblo me paro en un bar. Café con leche y ensaimada. Leo el periódico y me aseo un poco en el lavabo. Menuda cara.

10:00 h. Km 236,5. Porto Cristo. Compro una barra de pan, y con una lata de paté me hago dos bocadillos. Me como uno y me guardo el otro. Vamos, lo de siempre. Y sin parar más que lo justo.

12:50 h. Km 254. Me encuentro una cestita con albaricoques en la cuneta. Pruebo uno y está bueno. Me como dos más y guardo los restantes en la mochila.

12:55 h. Km 254,5. Me detengo en los lavabos de una gasolinera para refrescarme. El calor empieza a ser difícil de soportar. Voy descontando kilómetros a un ritmo de uno cada nueve minutos.

13:20 h. Km 257. S’Horta. Vaya, no tenía ni idea de que existiera este pueblo. Me detengo un par de minutos para arreglarme una pequeña ampolla que me ha salido en el talón del pie derecho.

15:05 h. Km 266. Santanyí. Me tomo un café con leche en un bar y leo tranquilamente otro de los periódicos del día. Voy al baño.

16:10 h. Km 271 Tomo la ondulada carretera que lleva al cabo de Ses Salines. Me como el segundo bocadillo.

17:35 h. Km 280. Cabo de Ses Salines. El camino se acaba aquí, a las puertas mismas del faro. Mi mapa dice que la carretera continúa doblando el cabo hasta la Colonia de Sant Jordi, pero aquí no hay ninguna carretera, sino una simple pista forestal cerrada al paso. Tengo que desandar lo andado durante nueve km. Me como todos los albaricoques.

19:00 h. Km 289. Estoy donde estaba hace casi tres horas, pero mucho más cansado que entonces. Por no hablar del enorme cabreo que tengo en estos momentos.

19:15 h. Km 291. Ses Salines. Vuelvo a detenerme para recomponerme el pie. A la salida del pueblo me paro también en una gasolinera y pido ir al baño. Al final me gasto un euro en un capuchino de máquina. Me llevo también un par de caramelos, que eran gratis.

21:35 h. Km. 302. En algún lugar del término municipal de Campos. –exactamente en el km 35 de la carretera vecinal 601/4-, me paro, extiendo el saco de dormir bajo un algarrobo, me cambio de camiseta y de pantalones y me lavo lo dientes. Buenas noches.

Día 4 - 50 km (Total: 352)


5:15 h. Km 302. Me pongo en pie. Desayuno mi última barrita energética.

5:20. h. Km 302. Inicio mi última jornada. Marcho a oscuras por una carretera desierta alumbrándome con una linterna, no sea que de pronto aparezca algún loco a cien por hora y se me lleve por delante.

6:30 h. Km 309. Amanece lo que promete ser un día soleado y de mucho calor. La carretera discurre solitaria sin atravesar ningún núcleo habitado. Marcho a cerca de nueve minutos y medio por kilómetro y gracias.

10:45 h. Km 330. Necesito beber algo caliente y comer lo que sea. Y pronto necesitaré también agua fresca. Paso junto a una sucesión de urbanizaciones en las que a simple vista no se distingue un alma, mucho menos un bar.

11:30 h. Km 337. El Arenal (Llucmajor). Me detengo en una panadería y compro una barra. Me hago un bocadillo junto a la playa.

11:50 Km 338. El Arenal (Palma). Entro en un Burger King y pido un café con leche. Un poco tarde, pero ya he dicho antes que lo necesitaba.

13:15 h. Km 348. Palma. Enfilo el Paseo Marítimo haciendo un esfuerzo final para intentar bajar de los 3 días y 8 horas. Al fondo se ve, atracado en el puerto, el Queen Mary 2.

13:50 h. Km 352. Palma. Termino la vuelta allí mismo donde la empecé: 3 días 7 horas y 55 minutos.

12:00 h. Km. 352. Ya en casa, me peso y descubro que he perdido algo más de dos kilos. En cambio, en la cartera llevo casi diez euros más.

miércoles, 1 de octubre de 2008

500 millas en seis días: tiempos de paso

Sigo ordenando la información que he ido recopilando estos días sobre la prueba de los Seis Días de Marcha. De paso, también entreno. Ayer, cinco kilómetros

El orígen de la prueba hay que buscarlo en los intentos en solitario de Edward Payson Weston de recorrer 500 millas (804km) en menos de seis días, períódo máximo que se podía dedicar uno exclusivamente a algo sin quebrantar el precepto dominical. Después de varios fracasos, Weston consiguió su objetivo en el Washington St. Rink de Newark en diciembre de 1874. Su tiempo (hay distintas versiones) fue de 5 días 23 horas y 38 minutos. Un total de 6.000 espectadores, entre ellos el alcalde y el jefe de policía estuvieron presentes.

Al año siguiente, en el mes de septiembre, Daniel O'Leary lo intentaba también en el West Rink de Chicago. No consiguió batir la marca de Weston (de hecho, se pasó en once horas del límite), pero logró forzar la resistencia de Weston. El desafío se celebró en Chicago el mes de noviembre y sorprendentemente se saldó a favor de O'Leary.

En 1876 ambos marchadores se dedicaron a realizar exhibiciones en solitario sobre diversas distancias y algún que otro bolo más. O'Leary llegó a enfrentarse en Saint Louis durante seis días a dos hombres que se relevaban cada 24 horas. O'Leary cubrió 513 millas por 496 sus rivales. En agosto de ese mismo año, en el American Institute de Nueva York, cubrió las 500 millas en 5 días 23 horas y 20 minutos.

A esa prueba pertenecen los tiempos de paso que se reproducen en la ilustración y que están extraídos de la edición del New York Times del 13 de agosto de ese año.