sábado, 19 de agosto de 2023

Lo de siempre (pero que me gusta recordar en ocasiones señaladas)

Cada vez que se celebra una gran competición internacional se genera una discusión sobre la marcha aquí o allá. Esta es mi última aportación, un tanto a vuela pluma porque cuando llegué todo el mundo había dicho ya la suya.

Llego tarde a la discusión sobre la marcha, y mira que lo siento, porque soy marchador. Me temo que no voy a ser breve. Para mi, la marcha tal como se practica hoy a nivel nacional e internacional no tiene sentido como deporte. La marcha es una competición caminando. De ahí su nombre. En español decimos marchar, que es un sinónimo de caminar, pero en inglés y francés usan el mismo verbo para marchar que para caminar por la calle: walk y marcher. Por algo será. Estaremos de acuerdo que andar perdiendo contacto no es andar. Algunos dicen que tampoco es correr, pero no me pondré a discutir sobre eso (por más que yo piense que se trata de una forma ridícula de correr).

La constante pérdida de contacto actual no es sino el resultado del mismo progreso de la especialidad y es irreversible. Lo que pasa ahora ya sucedió en 1928, cuando la marcha fue suprimida de los JJOO porque su juzgamiento era muy problemático. Entonces se competía sobre 10 km. La solución para reintroducir la marcha en los JJOO de 1932 fue multiplicar la distancia por 5. Y así tuvimos los 50 km. En el año 2000 nos encontramos que los 20 y 50 km daban los mismos problemas que en 1924 daban los 10 km, pero ante la imposibilidad de copiar la solución de entonces, la que se tomó fue la de introducir en el reglamento la expresión “ojo humano”, con lo que no se pretendía arreglar nada, pero al menos se salvaba la cara de los jueces, a los que los vídeos y las fotos dejaban en evidencia constantemente. A partir de ese momento, lo que los jueces dijeran no era subjetivo sino objetivo. Si no te veían marchar mal es que marchabas bien. Uno de los efectos de este cambio en el reglamento ha sido que la tolerancia hacia la pérdida de contacto ha ido aumentando hasta los índices escandalosos de la actualidad. Y lo cierto es que, por mucho que retorzamos el reglamento para justificarlo, un atleta internacional no da un paso en doble apoyo en toda su carrera.

Desde hace años se estudia la implantación de un chip. Hace poco se publicó un informe negativo por parte de un grupo de trabajo. Yo nunca he confiado en que ese chip se llegue a poner en funcionamiento. Me llama la atención, de todas formas, que la implantación del chip se haya hecho sobre el supuesto de aceptar una mínima pérdida de contacto. Para mí eso sería seguir yendo contra la propia esencia e historia de la especialidad.