El último rayo ha caído cerca. En la bahía de Niza está descargando una buena. Espero que al menos tarde un par de horas en llegar aquí, las que me quedan a mí para el descanso. A partir de ese momento, por lo que a mí respecta puede descargar la mundial. La tormenta perfecta es aquella que a ti te pilla durmiendo. Y los demás, que se jodan.
Esta visto, sin embargo, que no tendré tanta suerte. En seguida comienzan a caer las primeras gotas sobre el circuito. Y antes de que termine de dar esa misma vuelta llueve ya con bastante intensidad. Es la medianoche del primer día. Solo llevamos ocho horas de marcha. No es cuestión, por tanto, de hacerse el machote. En pleno aguacero avivo el paso para llegar cuanto antes a dónde está la caravana y refugiarme en su interior. Allí dentro encuentro ya a Cristina y Alberto. Ellos sí han tenido la suerte de que la lluvia les coincida con su descanso programado.
Por la ventana veo como en cosa de unos minutos la tormenta limpia el circuito de corredores y marchadores. La gente ha corrido escopeteada a guarecerse en sus vehículos, en sus tiendas e incluso bajo las carpas comunes de la organización. Es el diluvio.
Diez minutos ya. Si dura un poco más deberé rehacer mi táctica por completo y adelantar el descanso. Pero aun así es demasiado pronto todavía para dormir las escasas dos horas que tenía planificadas para esta primera noche. Ni tengo sueño ni estoy realmente necesitado de descanso. Y cuando me tocase salir me quedaría una noche larguísima por delante para hacer toda de un tirón. No, no puedo quedarme aqui dentro más allá de unos minutos. Sin embargo, decido esperar un poco más, tendido en mi litera, mientras Cristina y Alberto se preparan para echarse a dormir un rato. Por momentos parece que escampa y algún valiente se atreve a salir a dar vueltas al circuito cubierto con un chubasquero que le protege de arriba a abajo. Tampoco es plan. Pero como esto siga así mucho tiempo habrá que salir y jugarse una pulmonía a cinco días vista. Eso o seguir perdiendo vueltas esperando que amaine. En cualquier caso va a ser una masacre de mucho cuidado. Me vienen a la mente ahora las palabras de José Luis Posado en la entrevista que le hicieron en una emisora de radio antes de venirse para aquí: "Esta es la prueba más dura que hay. Más dura que la Marathon des Sables, más dura que unas 24 horas, más dura que...". ¿Hay algo más inhumano que los 6 días de Antibes?, me pregunto yo también. Mis cavilaciones las interumpe de pronto la voz de Alberto desde el baño:
-Cris, ¿me puedes acercar el pantalón del pijama?
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