El Boardwalk de Coney Island fue construido en 1932. Recorre cuatro kilómetros de playa a lo largo del Boulevard Riegelmann pasando junto al viejo parque de atracciones y al nuevo campo de los Ciclones de Brooklyn. Aquí ganó Laskau en los cincuenta. Sobre este mismo piso de madera.
Las diez millas comienzan a las nueve de la mañana. Es una prueba con handicap, lo que significa que a las nueve en punto solo toman la salida los más modestos. El siguiente grupo sale diez minutos después. Yo salgo junto a Bill Vayo, una chica y otro marchador, a las nueve y veinticinco. Tenemos que coger a todos los que han salido antes para ganar. Son cuatro vueltas.
Marchamos por la estrecho pasillo donde las maderas que conforman el piso están colocadas longitudinalmente en lugar de en diagonal, que es como están en el resto del bulevar, y lo hacemos casi en fila porque no cabemos los cuatro, y salirse del pasillo aumenta tus posibilidades de dar un tropezón. Pero incluso asi hay que marchar poniendo mucho ojo para no pisar un listón hundido o astillado y a la vez no darse de bruces con la gente que va y viene. Jóvenes que corren, ancianos que caminan, parejas que pasean al niño en su carrito... Y los marchadores que vuelven. Mira que el paseo es ancho -más de veinte metros-, pero todo el mundo se empeña en ir por el mismo sitio. Al cabo de lo que debe de ser casi una milla, a la altura del Astroland y tras pasar ante un kiosco junto al que hay colocado un cono amarillo, oímos un grito a nuestras espaldas. Alguien nos avisa de que teníamos que girar. Los cuatro nos miramos unos a otros y dudamos, pero Bill dice que de girar nothing, que hay que continuar rectos porque el circuito llega hasta no sé dónde. Así ha sido toda la vida. Y él ha ganado la carrera no sé cuántas veces in a row. Yo tengo mis dudas, pero estaría bueno que un extranjero de mierda (spanish para más señas) viniera aquí a Nueva York a decirles a estos americanos por dónde hay que marchar. Lo cierto sin embargo, es que yo debo de saber algo que ellos ignoran porque al cabo de unos minutos tengo ya la absoluta certeza de que la estamos cagando. No se ve ningún cono, no nos hemos vuelto a cruzar con ningún marchador, tampoco hay ningún juez a la vista y por el tiempo que llevamos deberíamos estar a punto de terminar la primera vuelta en lugar de en el quinto coño. Con todo, decido seguir a ver qué cojones pasa. En estas llegamos al final del paseo, donde no hay cono ni nada, así que tocamos la barandilla y giramos de una puta vez. Así a vuelapluma me sale que en esta primera vuelta, en lugar de cuatro kilómetros nos van a salir lo menos ocho. Al paso nuevamente por el kiosco, Bill y un juez intercambian unas palabras. Al juez no le entiendo, pero a Bill sí. "Nadie nos había avisado", dice. En seguida nos cruzamos con otros marchadores. Uno es Elliot Denman, que fue olímpico en 50km en Melburne en el 56. Por entonces la chica y el otro se han quedado atrás.
Al paso por meta, con la primera vuelta cubierta por fin, Bill vuelve a hablar con uno de los jueces, que además es el organizador y se encarga de darle la botella del gatorade, así que me decido finalmente a preguntarle. Me confirma lo que ya sé. Debíamos haber girado donde nos dijeron. ¿Y ahora qué? Bill me tranquiliza. Nos faltan dos vueltas.
-Pero solo hemos hecho una.
-Cuenta doble.
7 comments:
No se os puede sacar de casa...
Excelente organizacion. ¿Hicisteis lo mismo en la siguiente vuelta?
Giramos donde tocaba, por supuesto.
¿En la barandilla o en el cono?
En el cono. Y luego ataqué.
Eres un figura
¡Pero que desastre de organización!
¡Españoles tenían que ser!
Felicidades.
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