El Tapering es esa fase de la preparación que consiste esencialmente en reducir el entrenamiento durante los días previos a la competición con el objetivo de llegar a la misma convenientemente descansado y, por tanto, se supone que en las mejores condiciones. Existe una larga serie de teorías al respecto, que difieren desde el momento en que debe iniciarse el Tapering al alcance del mismo. Algunos ultramaratonianos no dudan en recomendar el cese completo de la actividad durante la semana previa a la prueba.
Seguro que el Tapering resulta muy útil para aquellos que hacen las cosas -o dejan de hacerlas- precisamente en virtud de su utilidad. Porque hay gente que es pragmática incluso en esto de tocarse los huevos. En cuanto a mí...
En 1999 tomé parte en las 24 horas de Chateau-Thierry, en Francia, y decidí que ya que debía hacer un último trasbordo en París bien podía aprovechar el viaje y pasar allí un par de días antes de la prueba. El jueves -la carrera empezaba el sábado- dediqué toda la mañana en realizar marchando el Tour de París, la vuelta completa a la ciudad siguiendo el trazado de los llamados "bulevares exteriores", las grandes avenidas que llevan los nombres de los mariscales de Napoleón, y que establecen el límite administrativo de la capital. Fueron 35 kilómetros mochilita a la espalda, plano en la mano y relativamente a toda leche. Ignoro si aquello me perjudicó después en la carrera y si podría haber mejorado mi décimo puesto de no haber realizado aquel esfuerzo solo un par de días antes, pero lo cierto es que ahora puedo decir que he visto la Torre Eiffel de todas las maneras posibles.
Seguro que el Tapering resulta muy útil para aquellos que hacen las cosas -o dejan de hacerlas- precisamente en virtud de su utilidad. Porque hay gente que es pragmática incluso en esto de tocarse los huevos. En cuanto a mí...
En 1999 tomé parte en las 24 horas de Chateau-Thierry, en Francia, y decidí que ya que debía hacer un último trasbordo en París bien podía aprovechar el viaje y pasar allí un par de días antes de la prueba. El jueves -la carrera empezaba el sábado- dediqué toda la mañana en realizar marchando el Tour de París, la vuelta completa a la ciudad siguiendo el trazado de los llamados "bulevares exteriores", las grandes avenidas que llevan los nombres de los mariscales de Napoleón, y que establecen el límite administrativo de la capital. Fueron 35 kilómetros mochilita a la espalda, plano en la mano y relativamente a toda leche. Ignoro si aquello me perjudicó después en la carrera y si podría haber mejorado mi décimo puesto de no haber realizado aquel esfuerzo solo un par de días antes, pero lo cierto es que ahora puedo decir que he visto la Torre Eiffel de todas las maneras posibles.
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