Y todo lo que tiene que llegar, finalmente llega. 13,9 kilómetros de subida al 6,2 por ciento. Desde casi el nivel del mar hasta casi los 900 metros. Eso, después de llevar ya 60 kilómetros y otros tres collados de unos 400 metros cada uno. Y a las cuatro de la tarde. Conque se impone afrontar la realidad con un sentido eminentemente práctico. Subir sin más. A puro huevo.
Los primeros cinco kilómetros bien. Voy bastante bien hidratado (llevo dos litros de agua en la mochila y me he bebido otros cuatro por el camino) y me acabo de tomar un café en un bar de Sóller. Llego al Mirador de ses Barques y sigo adelante, sin detenerme (no como la otra vez, hace diez años). Los siguientes cinco se me hacen ya un tanto largos. A partir del décimo empiezo a sentir hambre. Debería comer algo -el segundo de los bocatas de jamón que llevo también en la mochila, por ejemplo- pero voy justo de respiración y si me pongo a comer sobre la marcha acabaré asfixiado. Y no quiero pararme. Cuanto antes llegue arriba, mejor. Así que sigo, sintiendo que el hueco en el estómago se hace cada vez más grande y la mochila me pesa más. Por fin llego al puto túnel. 13,9 kilómetros en 2 horas y 16 minutos. Siento frío en las piernas y la lengua se me pega al paladar. Echo mano al bocadillo enseguida. Un kilómetro más de subida e igual no lo cuento. Aprendida la lección: la próxima vez me paro y me como el bocata sentado sobre una piedra viendo pasar los coches.
Y sigo cuesta abajo, casi tan lento como he subido.(Cómo iría que una pareja de alemanes que iba en coche me ha preguntanto si quería que me llevaran.)
Al final, 14 horas y 8 minutos. 1 hora y 2 minutos menos. 92'5 kilómetros.
Los primeros cinco kilómetros bien. Voy bastante bien hidratado (llevo dos litros de agua en la mochila y me he bebido otros cuatro por el camino) y me acabo de tomar un café en un bar de Sóller. Llego al Mirador de ses Barques y sigo adelante, sin detenerme (no como la otra vez, hace diez años). Los siguientes cinco se me hacen ya un tanto largos. A partir del décimo empiezo a sentir hambre. Debería comer algo -el segundo de los bocatas de jamón que llevo también en la mochila, por ejemplo- pero voy justo de respiración y si me pongo a comer sobre la marcha acabaré asfixiado. Y no quiero pararme. Cuanto antes llegue arriba, mejor. Así que sigo, sintiendo que el hueco en el estómago se hace cada vez más grande y la mochila me pesa más. Por fin llego al puto túnel. 13,9 kilómetros en 2 horas y 16 minutos. Siento frío en las piernas y la lengua se me pega al paladar. Echo mano al bocadillo enseguida. Un kilómetro más de subida e igual no lo cuento. Aprendida la lección: la próxima vez me paro y me como el bocata sentado sobre una piedra viendo pasar los coches.
Y sigo cuesta abajo, casi tan lento como he subido.(Cómo iría que una pareja de alemanes que iba en coche me ha preguntanto si quería que me llevaran.)
Al final, 14 horas y 8 minutos. 1 hora y 2 minutos menos. 92'5 kilómetros.
5 comments:
Muy bueno, Bernardo.
Eres un crack.
Juanjo
Enhorabuena
Comentaros que he empezado un nuevo blog sobre nuestro amado deporte http://albertopallaresperez.blogspot.com/
Bernardo, saludos desde Zaragoza. Alguna foto tuya tengo, ra la verás en mi blog
Por Dios, un agujero en el estómago...bErnardo, por favor, que no estamos en ,bueno, no se puededecirnombres, que no eres de viafra...hay que comer y beber
Y yo que creí que era un post dedicado a Canarias!!!
(Parece mentira que a estas alturas te quede por aprender que no se debe pasar hambre en estas cosas)
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