Desde mediado el siglo XIX hasta hoy mismo corredores y caminantes han rivalizado en el intento de cruzar Estados Unidos de costa a costa en el menor tiempo posible. Durante unos años el récord absoluto lo tuvo un marchador, John Lees, con 53 días 12 horas y 15 minutos. Lees, un inglés de 27 años que durante su infancia padeció un asma crónica, salió de Venice, California, el 11 de abril de 1972 y llegó a Nueva York el 3 de junio, después de recorrer exactamente 2.876 millas (4.628km).
Lees partió acompañado por dos amigos que le seguían en un coche, avituallándole, recogiendo firmas por el camino para autentificar el récord y adelantándose para reservar habitación en los moteles. Llevaba mil libras en el bolsillo y 5.000 millas de entrenamiento en los últimos seis meses. Su objetivo era batir el récord absluto vigente en aquel momento, que estaba en poder de Bruce Tulloh en 64 días, 21 horas y 50 minutos (el de caminta lo poseían dos británicos, P.Maloney y M. Evans con 66 días).
A poco de enpezar a caminar Lees conoció la noticia de que Johm Ball, un corredor sudafricano que había salido un mes antes que él había mejorado el récord de Tulloh yen diez días. Ante esto, Lees tuvo que cambiar su planificación y las 50 millas diarias que se había establecido como meta se convirtieron en sesenta. Marchaba casi sin parar desde las cinco y media de la mañana a las nueve y media de la noche. Finalmente, acabó con once horas de vettaja sobre el récord de Ball. Su jornada más larga fue la última, de 73 millas; la más corta, de 21, al paso por Nuevo Méjico, el día después de haber probado la comida típica mejicana.
Tras su regreso a casa, ese mismo año Lees finalizó segundo en la prueba de las 100 millas de los Centuriones británicos con un tiempo de 18 horas 15 minutos y 34 segundos.
Lees partió acompañado por dos amigos que le seguían en un coche, avituallándole, recogiendo firmas por el camino para autentificar el récord y adelantándose para reservar habitación en los moteles. Llevaba mil libras en el bolsillo y 5.000 millas de entrenamiento en los últimos seis meses. Su objetivo era batir el récord absluto vigente en aquel momento, que estaba en poder de Bruce Tulloh en 64 días, 21 horas y 50 minutos (el de caminta lo poseían dos británicos, P.Maloney y M. Evans con 66 días).
A poco de enpezar a caminar Lees conoció la noticia de que Johm Ball, un corredor sudafricano que había salido un mes antes que él había mejorado el récord de Tulloh yen diez días. Ante esto, Lees tuvo que cambiar su planificación y las 50 millas diarias que se había establecido como meta se convirtieron en sesenta. Marchaba casi sin parar desde las cinco y media de la mañana a las nueve y media de la noche. Finalmente, acabó con once horas de vettaja sobre el récord de Ball. Su jornada más larga fue la última, de 73 millas; la más corta, de 21, al paso por Nuevo Méjico, el día después de haber probado la comida típica mejicana.
Tras su regreso a casa, ese mismo año Lees finalizó segundo en la prueba de las 100 millas de los Centuriones británicos con un tiempo de 18 horas 15 minutos y 34 segundos.
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