viernes, 3 de agosto de 2012

Liverpool Street (VII)

Sigo el partido de semifinal de dobles de tenis y se me ocurre que a pesar de que hace lo menos veinticinco años que no cojo una raqueta, si me ofrecieran sustituir a alguno de los jugadores en la final aceptaría sin dudarlo demasiado. Incluso me atrevería a sustituir al rival de Federer en la final individual, qué putas. Alguna bola pasaría al otro lado de la red, digo yo (de las que me tocara servir, al menos). Lo que no me atrevería por nada del mundo, por temor a hacer el ridículo, es a sustituir a uno cualquiera de esos niños recogepelotas.