Si me pusiera a buscar en la red encontraría la fecha exacta, pero da igual. Era un día de verano de 1978 y yo estaba de vacaciones. En la tele daban el campeonato de Europa de atletismo que se estaba celebrando en Praga y me lo estaba tragando entero. Cada día compraba además todos los periódicos deportivos. España no había ganado jamás una medalla en un campeonato (solo alguna en pista cubierta gracias a Páez y sus 800) y tampoco había muchas esperanzas en este. El día del que hablo se disputaban los 50 km marcha. El periódico, no sé si El Mundo Deportivo o el Dicen, traía un artículo en el que hablaba de los tres marchadores que iban a participar en la prueba. Jorba, Llopart y Marín. No me sonaba ninguno. Se contaba que habían estado entrenando en México para preparar el campeonato. La foto que ilustraba el artículo era la de Jorba.
La televisión apenas dio imágenes de la prueba. Solo muy de vez en cuando el comentarista iba trasladándonos las novedades que le llegaban del circuito. En una de estas, entre sorprendido y emocionado, anunció que Jordi Llopart iba en cabeza. De pronto, nada de lo que sucedió a partir de entonces en la pista, saltos, lanzamientos o carreras varias, tuvo ya importancia. Solo nos interesaba lo que estaba ocurriendo fuera. Aquello que, precisamente, no podíamos ver. Cuando por fin las cámaras dieron imágenes de la prueba lo vimos. Era verdad. Llopart se acercaba al túnel de entrada al estadio e iba el primero. Iba a ganar.
La noticia abrió ese día el telediario de la noche. No se me ha olvidado su imagen marchando aquel último kilómetro hacia la meta. Quizás no fuera así, pero yo lo recuerdo sonriendo.
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