Gary Westerfield, uno de los dos jueces americanos que forman parte del nivel III del panel de jueces de marcha de la IAAF, presentó el pasado mes de marzo en el foro celebrado en Shenzhen (China) una ponencia titulada "The Use of Biomechanics in the Judging of Racewalking". En dicha ponencia, además de, como su título indica, propugnar que los jueces conozcan los aspectos biomecánicos de la marcha para así poder analizar mejor la acción de los marchadores en competición y sancionar adecuadamente las infracciones que se produzcan, hacía un lúcido análisis del reglamento actual y de las repercusiones que los últimos cambios han tenido en la visión que de la marcha se tiene desde fuera. Traduzco a continuación lo más literalmente (que no literariamente) que puedo un breve párrafo de ese analísis.
Pérdida de contacto, una historia
Antes de 1995, la definición de marcha requería que se mantuviera un contacto interrumpido con el suelo. Cuando la fotografía y el vídeo revelaron la existencia de fases de vuelo en casi todos los marchadores de élite, los partidarios de una definición más liberal de la marcha defendieron la eliminación de esa exigencia de contacto permanente. Conscientes de la contradicción existente entre dicha definición y lo que los marchadores realmente realizaban, pero queriendo mantener cierta adhesión al concepto de caminata, se reescribió la definición de marcha estableciendo que lo que los jueces debían sancionar era la "perdida de contacto visible". (...) Para descrédito de la especialidad, los marchadores podían ir mal y seguir así mientras no les vieran los jueces.
Hoy las reglas causan perplejidad en el público ajeno a la marcha. Y ello porque han separado la marcha de la caminata normal y han eliminado uno de los dos requerimientos técnicos que distinguen caminar de correr. Para el mundo del deporte en general, este añadido en la definición de 1995 es una burla. Para muchos, la IAAF defiende que se puedan hacer trampas hasta que sean vistas por los jueces.
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