jueves, 29 de mayo de 2008

"Un 50 antes de los 50"

Miguel Arenas batió el fin de semana pasado en Roubaix el récord de España M45 de los 50km marcha. Luego colgó una interesante y amena crónica en la web de AEMA en la que narra su experiencia. Dado que me nombra, me tomo la libertad de reproducirla, al tiempo que aprovecho para felicitarle. (Nota: el marchador que aparece junto a él en esta foto es Robert Schoukens, de quien se ha hablado más abajo).

Un 50 antes de los 50
Por Miguel Arenas
¿Qué impulsa a una persona que comenzó en la Marcha Atlética el año 2004 a plantearse hacer un 50 km marcha?
Si tuviera que hacer una estadística con la respuesta más frecuente que he recibido en el último año, sin duda habría una que sería la primera: la locura. Incluso, recuerdo lo que me dijo un campeón olímpico de Marcha en el último Premio de Moratalaz: “Hay muchas maneras de suicidarse, pero te respeto”.

Personalmente, creo que nunca se pueden saber los límites de uno mismo si no se marcan metas un poco más allá de lo razonable. Por eso fundamentalmente, me decidí a afrontar este reto.

Ahora, mirando hacia atrás, me alegro de haber tomado esa decisión y puedo aseguraros que con una buena preparación (técnica, resistencia, alimentación y psicológica), un buen entrenador (gracias Jordi Ballesteros!), disciplina, esfuerzo y planteándote una marca acorde a tus posibilidades, se puede conseguir. Yo solo quería acabar y animar a otros a que intenten esta experiencia.

Lo primero ya puedo decir que lo he conseguido, lo segundo, depende de todos aquellos marchadores que se atrevan y que se programen pruebas que nos permitan hacerlo.

Pruebas en las que debe primar el espíritu participativo, por encima de todo.

Yo además, he tenido la suerte de elegir, con la recomendación de Bernardo J. Mora, una prueba que propiciaba el poder terminar. En Roubaix he encontrado un verdadero espíritu de marcha: un club de marchadores, cada uno con varios cincuentas a sus espaldas y otras pruebas de ultrafondo, que desde que me recibieron en la estación de tren, no han parado de preocuparse por mí y por mi avitualladota (mi mujer). Una organización con varios espónsores, cada uno regalaba un trofeo (hasta 12) y un regalo según la clasificación, una charanga con “majorettes” que animaron musicalmente las dos últimas horas de recorrido. Un circuito urbano, con gente que jaleaba constantemente (Bon courage!). Un alcalde que estuvo en la entrega de premios y así podría seguir diciendo cosas.

En resumen, otra manera de entender la marcha, insisto más participativa y popular. Eso no quiere decir que una vez que estés en la ruta, no te dejes la piel por hacerlo lo mejor posible y ganar lícitamente al que se ponga en medio, pero que considere que marcas por encima de cinco o seis horas son dignas de respeto y admiración.

El gran día
Atrás quedaba un año largo de rumiar la idea y dos meses intensos de preparación: casi 100 horas de entrenamiento, alrededor de 800 km, varias rodadas de entre 2h 30 y 3 horas y seis kilos menos de peso! Ahora tocaba rematar la faena.

El último desayuno 3 horas antes de la salida. El repaso del plan con los posibles tiempos de paso, mi mejor escenario (5h 15) y el peor (6h 15 porque cerraban el control), la frecuencia con la que comer y beber en ruta.

Vaciar las “mariposas” que te revolotean por el estómago esas dos horas previas a la salida (curiosamente a las 11:00 horas) y responder a la maldita pregunta: qué hago aquí. Finalmente salir para el circuito, me vienen a recoger al hotel, para que no me pierda.

Un leve calentamiento, el cordial saludo de todos los participantes que te preguntan que por qué vienes de tan lejos, cuántos cincuentas has hecho, qué marca tienes. Incluso uno que hablaba español.

Una parrafada en francés antes de la salida con las advertencias de los jueces, que a duras penas entiendo y, por fin: el disparo.

La primera vuelta a ver el circuito y a no pasarme de revoluciones: 11:36, mi defecto de siempre, así que a regular que quedan 24 vueltas. A partir de la segunda a seis y poco el kilómetro. Finalmente el primer 10 en 1 hora y 2 minutos. Las sensaciones buenas.

El segundo 10, ya me voy a los 6:25 por kilómetro que sigue estando bien. Han pasado 20 kilómetros y sigo muy entero, empiezo a pensar que la mitad está a la vuelta de la esquina. Los tiempos de paso, se van a 13:30 minutos por vuelta.

Por fin, ya voy pensando en que la mitad está hecha y sigo mantenido el tiempo de paso. Llego a los 30 km. en 3:13 que está dentro de mis mejores escenarios y empiezo a pensar que ya quedan solo 10 vueltas! Aquí viene el momento duro, del kilómetro 30 al 40 me voy a 14 minutos por vuelta, pero sigo ahí. Y de repente en el último 10 recupero los 13:30, eso me da moral, he superado el famoso muro y ya voy pensando en que lo tengo conseguido. La última vuelta voy disfrutando, como si no quisiera acabar. Cruzo la meta y estoy entero!, no hay excesivo agarrotamiento, ni calambres. Han pasado 5 horas 30 minutos y 0 segundos, empiezo a repartir besos, a mi mujer es lógico, pero resulta que los franceses de por aquí son muy besucones, se dan 4 besos y ahora estoy en una nube.

Finalmente y como colofón, 2 copas, una por ser tercero y otra que regalaba la asociación de comerciantes de Roubaix, un juego de maletas y un paraguas con la bandera francesa, ¿alguien piensa que no merece la pena correr un cincuenta antes de los cincuenta?

1 comments:

Wayi dijo...

Mi respeto y gran admiración campeón!
Envidia sana, que espero desquitarme el año próximo :)

Me ha recordado a una crónica que hice de mi primer triatlón doble olímpico (6h29m), las sensaciones, las emociones al final cuando ves que lo vas a acabar...

Enhorabuena , ahora, ojito a ver si te va a dar por acabar unas 24h, que tengo entendido que la ultramarcha engancha... ;)