Sigo a través de Marchons.com el desarrollo de la París-Colmar. Los marchadores acaban de llegar a la meta tras 444 kilómetros.
El responsable máximo de la prueba, Hervé Delarras -que también es el director técnico de la Comisión de Marcha de la Federación Francesa de Atletismo- se refería hace poco en los medios a la París-Colmar como una competición ubicada fuera del tiempo. Nacida en 1926 como una prueba non-stop de más de 500 km entre la capital francesa y la alsaciana Estrasburgo, la competición lucha hoy por sobrevivir, adaptada a las nuevas circunstancia, pero fiel a su esencia.
Yo tuve ocasión de participar dos veces en ella bajo las mismas legendarias premisas en que lo hicieron los pioneros como Linder, Godart, Zamy o Roger (o al menos unas muy parecidas): 530km en una sola etapa (eso sí, con tres horas de descanso obligatorio a mitad de recorrido y una hora más a falta de 100 km para el final.) No llegué a Colmar en ninguna de ellas. Me tuve que conformar con hacer 357,5 km en 50 horas en 1999 y 370 en 54:30 en 2000.
Después de que la prueba se suspendiera en 2004, lo que hizo temer por su desaparición, en los últimos años se han introducido una nueva serie de cambios en aras a salvaguardar su futuro. El principal de ellos -motivado sobre todo por razones de seguridad- ha sido la reducción del recorrido. Con la neutralización del tramo entre Mirecourt y Corcieux, de unos 80km, la París-Colmar ha quedado en la actualidad como una prueba de 451km distribuidos de la siguiente manera: 397 km non-stop entre París y Mirecourt (con dos horas de reglamentario descanso en torno al km 250), más un epílogo de 54 entre Corcieux y Colmar. La salida de París se da el miercoles a última hora de la tarde. La llegada a Mirecourt se produce a partir de primeras horas de la noche del viernes. El sábado por la mañana se da la salida al tramo final. Al primero en llegar a Mirecourt le suele quedar toda la noche para descansar. Al último, escasas dos horas. De una manera u otra, el mito sigue vivo.
El vencedor de la edición de 2008 -que además ha tenido que ser neutralizada por orden policial durante siete kilómetros al paso por la localidad de Vitry dado el riesgo que suponía para los marchadores una manifestación reivindicativa que tenía lugar en esos mismos momentos- ha sido el ruso Sergei Dvoretski tras algo más de 52 horas acumuladas de marcha. Quince marchadores de entre los seleccionados previamente por la organización aceptaron el desafío y tomaron la salida. Han llegado diez. Aquí sus nombres: Sergei Dvoretski, Dimitri Osipov, Alexei Rodionov, Alain Costils, Urbain Girod, Bernard Fréchengues, Dominique Naumowicz, Jacky Albrecht, Cedric Varain y Dominique Bert.
El responsable máximo de la prueba, Hervé Delarras -que también es el director técnico de la Comisión de Marcha de la Federación Francesa de Atletismo- se refería hace poco en los medios a la París-Colmar como una competición ubicada fuera del tiempo. Nacida en 1926 como una prueba non-stop de más de 500 km entre la capital francesa y la alsaciana Estrasburgo, la competición lucha hoy por sobrevivir, adaptada a las nuevas circunstancia, pero fiel a su esencia.
Yo tuve ocasión de participar dos veces en ella bajo las mismas legendarias premisas en que lo hicieron los pioneros como Linder, Godart, Zamy o Roger (o al menos unas muy parecidas): 530km en una sola etapa (eso sí, con tres horas de descanso obligatorio a mitad de recorrido y una hora más a falta de 100 km para el final.) No llegué a Colmar en ninguna de ellas. Me tuve que conformar con hacer 357,5 km en 50 horas en 1999 y 370 en 54:30 en 2000.
Después de que la prueba se suspendiera en 2004, lo que hizo temer por su desaparición, en los últimos años se han introducido una nueva serie de cambios en aras a salvaguardar su futuro. El principal de ellos -motivado sobre todo por razones de seguridad- ha sido la reducción del recorrido. Con la neutralización del tramo entre Mirecourt y Corcieux, de unos 80km, la París-Colmar ha quedado en la actualidad como una prueba de 451km distribuidos de la siguiente manera: 397 km non-stop entre París y Mirecourt (con dos horas de reglamentario descanso en torno al km 250), más un epílogo de 54 entre Corcieux y Colmar. La salida de París se da el miercoles a última hora de la tarde. La llegada a Mirecourt se produce a partir de primeras horas de la noche del viernes. El sábado por la mañana se da la salida al tramo final. Al primero en llegar a Mirecourt le suele quedar toda la noche para descansar. Al último, escasas dos horas. De una manera u otra, el mito sigue vivo.
El vencedor de la edición de 2008 -que además ha tenido que ser neutralizada por orden policial durante siete kilómetros al paso por la localidad de Vitry dado el riesgo que suponía para los marchadores una manifestación reivindicativa que tenía lugar en esos mismos momentos- ha sido el ruso Sergei Dvoretski tras algo más de 52 horas acumuladas de marcha. Quince marchadores de entre los seleccionados previamente por la organización aceptaron el desafío y tomaron la salida. Han llegado diez. Aquí sus nombres: Sergei Dvoretski, Dimitri Osipov, Alexei Rodionov, Alain Costils, Urbain Girod, Bernard Fréchengues, Dominique Naumowicz, Jacky Albrecht, Cedric Varain y Dominique Bert.
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