miércoles, 1 de agosto de 2012

Liverpool Street (VI)

Recuerdo el momento porque me emocioné. Fue hace veinte años ya. Me puse a buscar su nombre en la guía telefónica de Mallorca y, allí, en las hojas dedicadas al municipio de Calviá, estaba. “Johansson, I.”, y a continuación un número que ahora lamento no haber apuntado. Era Ingemar Johannson, el boxeador sueco que llegó a ser nada menos que campeón mundial de los pesos pesados.

Ganó el título al derrotar a Floyd Patterson en el tercer asalto del combate que disputaron en el Yankee Stadium de la cudad de Nueva York en junio de 1959. Johansson, que subió al ring con 5-1 abajo en las apuestas, derribó a Patterson siete veces en aquel asalto antes de que el árbitro considerara que el americano ya tenía suficiente y detuviera la pelea. Al año siguiente, en el combate de revancha, que se disputó también en Nueva York -esta vez en el no menos mítico Polo Grounds-, Patterson recuperó su título tras derrotar al sueco por nocáut en el sexto round. Hubo una tercera pelea entre ambos, tambien con el título en juego, en Miami en 1961, en la que Patterson volvió a acabar con su rival en seis asaltos.

Me he acordado de Johansson hoy cuando he leído la noticia de que ocho jugadoras de bádminton han sido descalificadas por sus propias federaciones por “tirar” sus partidos. Preferían perder porque eso les aseguraba un cruce de cuartos menos complicado. Ingemar Johansson fue también descalificado en unos Juegos Olímpicos por no querer ganar, que es lo peor de lo que le pueden acusar a uno. Fue en la final del torneo de boxeo de Helsinki 1952. Después de varias advertencias, el árbitro lo envió de vuelta al rincón por falta de combatividad. Johansson se justificó diciendo que ésa era su táctica: dejar que su oponente llevara la iniciativa durante todo el combate. Nadie le creyó y conforme a las reglas del boxeo olímpico no se le permitió subir al podio a recibir su medalla de plata. Ésta, sin embargo, le fue entregada por el Comité Olímpico Internacional en 1982. Las chinas Wang Xiaoli y Yu Yang, las indonesias Greysia Polii y Meiliana Jauharim, y las surcoreanas Jung Kyung-eun, Kim Ha-na, Ha Jung-eun y Kim Min-jung ni siquiera podrán luchar por ganar una medalla en Londres. Escribo sus nombres para que quede constancia en un sitio más.

Ingemar Johannsson murió en 2009 en su Suecia natal, pero durante unos años fue seguramente el vecino más importante que hayamos tenido jamás los mallorquines. (Porque lo de que Colón fuera mallorquín todavía no se ha confirmado.)

Estatua de Ingemar Johansson en Gotemburgo.

4 comments:

José Osvaldo Fernández dijo...

Es evidente que Colón era canario. Uno solo reza en su casa, según dicen.

Anónimo dijo...

Hombre, tampoco creo que sea para tanto. A fin de cuentas, noquear a Patterson siempre fue algo más que posible para cualquiera de sus rivales, si acertaban con el golpe adecuado y no se llamaban Jerry Quarry. Ya no digo Sonny Liston, que lo hubiera hecho con una mano atada a la cintura las dos veces, pero si te fijas como se le aflojan las piernas cada vez que Ali, que nunca fue un noqueador de un solo golpe, llegaba con una derecha en el 65, se entiende porqué Cus d'Amato rejuveneció 20 años cuando encontró a Tyson. El vecino boxístico más ilustre de la isla fue, sin duda, Robert Graves: más de cuatro combates en un mismo dia para acabar campeón de su escuela en dos pesos diferentes, con el exquisito añadido de hacerlo, a medida que se sucedían las peleas, totalmente borracho.

bjosemora dijo...

Sí, es cierto que aquellos no fueron precisamente los mejores años en la historia de la división (aunque al menos tenían la virtud de que uno no tenía problemas para recordar el nombre del campeón vigente). Una vez escuché una entrevista que le hicieron a Patterson el la que hablaba de un episodio con su hija y su gato. Tengo que contarlo algún día. Exageraré un poco, claro.

Anónimo dijo...

Yo no diría tanto. Patterson es un excelente boxeador que, mandíbula aparte, parece peor de lo que es porqué se le compara naturalmente con Charles, Walcott y, sobretodo, Marciano, que le preceden, y con lo que viene después: Liston, Ali, Frazier, Foreman... A Larry Holmes, entre Ali y Tyson, le pasa lo mismo y, siendo de los mejores pesados de la historia, hoy no lo conoce prácticamente nadie ajeno al boxeo.

Actualmente es tan fácil como entonces recordar, si no el nombre, el apellido del campeón: Klitschko -Vitali y Wladimir; tienen todos los cinturones. En cuanto a exagerar, no tiene porqué ser mal método, es lo que caracteriza a los mejores cronistas americanos como Schulberg; un romaticismo extrañamente honesto y objetivo al servicio de los boxeadores, o el globo de la admiración sujetado por el hilo de un patrimonio de acontecimientos bastante objetivo que pertenence a todos aquellos que han sido capaces de subirse a un ring y que debe respetarse.