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Allí están. Los maratonianos, que no han cubierto la mitad de la carrera y ya han hecho más ejercicio que todos los jugadores del Real Madrid y del Barsa juntos sumando las ligas, copas, champions y los partidillos de los jueves de las tres últimas temporadas. Y las chicas del héptatlon, que llegan a meta echando el bofe y lo primero que hacen es felicitarse unas a otras. Y los fulanos de los lanzamientos… Y los saltadores... Y los marchadores, qué voy a decir de los marchadores. Alguno ha ganado medalla, otros simplemente han pasado a la final, muchos ni eso, y hay quien incluso ha hecho el ridículo, pero ahí están todos, ya digo, dando la cara en la zona mixta. Y la tipa de TVE les pone la alcachofa y tú, que estás cansado de ver y escuchar entrevistas a futbolistas te agarras al sillón. El atletismo es así, no hay keniano pequeño o en el triple salto no hay nada escrito. Pero no. Ahí están los tíos, repito, sudorosos y jadeantes, todavía con el dorsal colgado del pecho, explicando entrecortadamente cómo y cuándo decidieron atacar al ruso, asumiendo que se equivocaron al empeñarse en correr por la cuerda, reconociendo que no están en su mejor forma o restando importancia a su lesión de isquiotibiales. Qué diferencia, piensas. Pero entonces la chica los despide y ellos la interrumpen. ¿Puedo saludar? Y tú no recuerdas haber visto nunca a Zidane o a Beckham, a Cantona o a Gascoigne, ni siquiera a Guti, mirando a la cámara y agradeciendo a sus padres, a sus madres y a sus novias el apoyo que les han dado, felicitando a la abuela por su cumpleaños y mandando un abrazo a los amigos de Aranjuez, que han quedado en el bar de la plaza para verlos por la tele. Y entonces comprendes lo duro que es el atletismo, joer, que no les da ni para un puto móvil.
Allí están. Los maratonianos, que no han cubierto la mitad de la carrera y ya han hecho más ejercicio que todos los jugadores del Real Madrid y del Barsa juntos sumando las ligas, copas, champions y los partidillos de los jueves de las tres últimas temporadas. Y las chicas del héptatlon, que llegan a meta echando el bofe y lo primero que hacen es felicitarse unas a otras. Y los fulanos de los lanzamientos… Y los saltadores... Y los marchadores, qué voy a decir de los marchadores. Alguno ha ganado medalla, otros simplemente han pasado a la final, muchos ni eso, y hay quien incluso ha hecho el ridículo, pero ahí están todos, ya digo, dando la cara en la zona mixta. Y la tipa de TVE les pone la alcachofa y tú, que estás cansado de ver y escuchar entrevistas a futbolistas te agarras al sillón. El atletismo es así, no hay keniano pequeño o en el triple salto no hay nada escrito. Pero no. Ahí están los tíos, repito, sudorosos y jadeantes, todavía con el dorsal colgado del pecho, explicando entrecortadamente cómo y cuándo decidieron atacar al ruso, asumiendo que se equivocaron al empeñarse en correr por la cuerda, reconociendo que no están en su mejor forma o restando importancia a su lesión de isquiotibiales. Qué diferencia, piensas. Pero entonces la chica los despide y ellos la interrumpen. ¿Puedo saludar? Y tú no recuerdas haber visto nunca a Zidane o a Beckham, a Cantona o a Gascoigne, ni siquiera a Guti, mirando a la cámara y agradeciendo a sus padres, a sus madres y a sus novias el apoyo que les han dado, felicitando a la abuela por su cumpleaños y mandando un abrazo a los amigos de Aranjuez, que han quedado en el bar de la plaza para verlos por la tele. Y entonces comprendes lo duro que es el atletismo, joer, que no les da ni para un puto móvil.
4 comments:
Me has puesto los pelos de punta.
llevas mas razón que un Santo.
Gracias por la carcajada mañanera.
Viva el futbol. Eso es deporte y no otros con el dinero e intereses que hay en juego y encima no se dopan. Realmente un deporte de masas aborregadas. ¿Alguien cree que toos son tan buenos?
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