Aquí en Mallorca el verano no es tal hasta que esto no empieza a llenarse de policías. El verano real, ya se sabe. Y ya están los primeros. Me encuentro a dos de plantón en la carretera de acceso al Dique del Oeste, junto a la desviación hacia Marivent, uno a cada lado de la calzada. Mantienen una conversación a pesar de los veinte metros de distancia que hay entre ellos. Paso y saludo al de mi acera (llevarme bien con la policía es una de las buenas costumbres que he ido adoptando con el tiempo). Cuando le dejo atrás oigo como su compañero le comenta en voz alta:
-No entiendo ese deporte.
Ahora pienso que podría haberme dado la vuelta y explicarle que la marcha no es un deporte cualquiera. Que es el deporte más deporte de todos. Que es el más duro, el más bonito, el más exigente. Que no en vano es el desarrollo competitivo de la primera y más natural actividad humana. Una carrera caminando, nada menos. Que por eso los marchadores estamos orgullosos de practicarlo y no lo cambiamos por ningun otro, ¿estamos, agente?
Claro que aquí él podría haberme salido con qué diablos es eso que se ve en las olimpiadas entonces. Y yo tendría que contestarle que no estaba hablando de eso. Que eso yo tampoco sé lo que es, francamente. Pero que marcha no, desde luego. Que si acaso se tratará de una ridícula manera de correr que ha acabado haciendo fortuna gracias al pasotismo de unos, el tancredismo de otros, la falta de decisión de no pocos, la caradura de muchos y la cobardía de todos, ¿le vale, agente?
-No entiendo ese deporte.
Ahora pienso que podría haberme dado la vuelta y explicarle que la marcha no es un deporte cualquiera. Que es el deporte más deporte de todos. Que es el más duro, el más bonito, el más exigente. Que no en vano es el desarrollo competitivo de la primera y más natural actividad humana. Una carrera caminando, nada menos. Que por eso los marchadores estamos orgullosos de practicarlo y no lo cambiamos por ningun otro, ¿estamos, agente?
Claro que aquí él podría haberme salido con qué diablos es eso que se ve en las olimpiadas entonces. Y yo tendría que contestarle que no estaba hablando de eso. Que eso yo tampoco sé lo que es, francamente. Pero que marcha no, desde luego. Que si acaso se tratará de una ridícula manera de correr que ha acabado haciendo fortuna gracias al pasotismo de unos, el tancredismo de otros, la falta de decisión de no pocos, la caradura de muchos y la cobardía de todos, ¿le vale, agente?
7 comments:
buen argumento. muy claro. totalmente de acuerdo.
el proximo día, se lo dices.
animo. Juanjo.
Yo te aseguro que el "señor agente" identifica "nuestro deporte" por un igual aunque no lo entienda. Seguro que no entiende el karate pero no lo dice por que no lo ve practicar por la calle. Creo que el conflicto lo sigues teniendo tú con nuestra especialidad. No quieres ver y reconocer que hacemos lo mismo pero más rápido, o más lento, según se mire. La técnica és la misma, no?
Yo más bien creo que lo que pasa es que dentro de nuestro deporte es mayoría la gente que se niega a reconocer públicamente lo que asume en privado: que el reglamento se vulnera de forma escandalosa en cada competición de cierto nivel. Porque eso lo ve cualquiera con un poco de agudeza visual, espíritu crítico y sentido del ridículo.
Ahora bien, si resulta que nos va a dar igual que se infrinja el reglamento de forma continua, y precisamente en el punto que establece la especificidad de nuestro deporte y le da sentido como tal... A mí, por supuesto, no me da igual.
ok. Preparo entrada sobre este tema en mi blog y te aviso, siempre de buen rollo y cada uno con su criterio. Saludos!!
Y yo no entiendo qué es el tancredismo.
El tancredismo es una suerte de la tauromaquia que ha pasado, con notable aprovechamiento, a la política. Debe su nombre a un valenciano, el torero Tancredo López, que la vio ejecutar en La Habana y que la incorporó con éxito a su, por otra parte, no muy brillante carrera como novillero a finales del siglo XIX y principios del XX. La suerte consistía en esperar inmóvil al toro subido en un pedestal. El toro llegaba y pasaba de largo ante el regocijo del respetable. Creó una pequeña escuela, el dontancredismo, que tuvo su prolongación en la política y la forma de algunos gobernantes de no enfrentarse a los grandes problemas.
De:
http://www.e-valencia.org/index.php?name=News&file=article&sid=9975
Eso me pasa por preguntar.
Publicar un comentario