viernes, 20 de marzo de 2009

El Alamein

(Notas sobre la vuelta a Tenerife, III)

Boca Tauce. Suena bien. Como Garellano, Culloden, Balaclava, El Alamein, Stalingrado… No es para menos. A Boca Tauce llego tras cerca de treinta kilómetros ininterrumpidos de asfixiante ascensión desde Granadilla (y allí tras otros 15 desde Arico). Son 1980 metros sobre el nivel del mar y a esta altitud ya no queda casi vegetación: ni pinos, ni abetos, ni pinsapos, ni leches. Boca Tauce es la puerta de entrada a las Cañadas y a sus veintitantos kilómetros de carretera ondulante a dos mil metros de altitud.
A la izquierda, la cumbre del Teide queda difuminada por las calimas, que lo envuelven todo. Pegado a él está Pico Viejo. Del lado de la derecha uno de los riscos se llama el Figueroa, pero ahora mismo no sé cuál es.
Apuro lo poco que me queda de agua y por el llano de Ucanca, y a pesar de que tengo ya una mancha de sangre en una zapatilla, aumentó el ritmo de mis pasos. El Parador queda a unos pocos kilómetros. De pronto, al fondo, por encima de los Roques de García, distingo un destello.
Maldita sea, son más cuestas.

-Voy hasta El Portillo. Si quieres te llevo.
Digo que no, doy las gracias y sigo marchando a cosa de 8:30 el kilómetro, jugándome la vida con los motoristas que van y vienen imaginándose que están en Cheste. los muy hijoputas. Para El Portillo me quedan solo una decena de kilómetros. Desde allí hasta La Laguna algo menos de 50. Aunque después de El Portillo todavía tendré que subir a Izaña y sus telescopios -lo que en ese momento creo que es un simple repecho y que luego descubriré que son por lo menos cuatro kilómetros de pechada-, antes de empezar por fin a bajar. Entonces ya si, hasta el final. Desde 2.300 hasta solo 700 metros.

El Portillo Alto. Entro en el bar Teide con la intención de comer y beber algo, rellenar el botellín de agua y seguir ya, a partir de aquí, hasta La Laguna sin parar. Por La Esperanza y El Coromoto.
-Un café con leche y unas torrijas.
-Marchando.