El otro día, la comentarista de RTVE Julia Luna llamó mataos a los participantes en las primeras rondas de la jornada de natación y la gente se le ha echado encima. La pobre comentarista dijo lo que dijo confiada de que el micrófono estaba cerrado y no sé si a estas alturas se ha disculpado. No debería, porque realmente eran unos mataos.
Invocando aquello de “lo importante es participar” que Pierre de Coubertin nunca dijo, el COI promueve la completa universalización de los Juegos eximiendo a los representantes de algunas pequeñas naciones de todavía más pequeño peso deportivo de la obligación de contar con marca mínima alguna para poder inscribirse en determinadas pruebas del programa de atletismo y natación. Naturalmente, circunscriben casi exclusivamente ese privilegio a estos dos deportes porque, además de ser los dos más representativos de los Juegos, es en ellos también donde menos molestos resultan los invitados: se les pone a competir uo detrás de otro en las rondas eliminatorias de primera hora de la mañana y se les sentencia rápido y sin contemplaciones. La cosa estaría bien si no fuera porque algunos de esos atletas o nadadores ni siquiera practicaban ese deporte hasta unos meses antes.
En el último mundial de atletismo -a la IAAF también le gusta mostrarse generoso en las pruebas que organiza- el representante de la Samoa Americana en los 100 metros lisos era un lanzador de peso. ¿De verdad pretendían hacernos creer que en toda Samoa no había nadie que corriera más rápido que aquel barrilete? No, el problema no es que sean unos mataos. Es que por lo visto algunos también son unos enchufados.
Invocando aquello de “lo importante es participar” que Pierre de Coubertin nunca dijo, el COI promueve la completa universalización de los Juegos eximiendo a los representantes de algunas pequeñas naciones de todavía más pequeño peso deportivo de la obligación de contar con marca mínima alguna para poder inscribirse en determinadas pruebas del programa de atletismo y natación. Naturalmente, circunscriben casi exclusivamente ese privilegio a estos dos deportes porque, además de ser los dos más representativos de los Juegos, es en ellos también donde menos molestos resultan los invitados: se les pone a competir uo detrás de otro en las rondas eliminatorias de primera hora de la mañana y se les sentencia rápido y sin contemplaciones. La cosa estaría bien si no fuera porque algunos de esos atletas o nadadores ni siquiera practicaban ese deporte hasta unos meses antes.
En el último mundial de atletismo -a la IAAF también le gusta mostrarse generoso en las pruebas que organiza- el representante de la Samoa Americana en los 100 metros lisos era un lanzador de peso. ¿De verdad pretendían hacernos creer que en toda Samoa no había nadie que corriera más rápido que aquel barrilete? No, el problema no es que sean unos mataos. Es que por lo visto algunos también son unos enchufados.